domingo, 16 de agosto de 2015

Microrelatos 

Sin título

 LIRIA MANRIQUE

Qué pusiste encima, ¿flores? Están hermosas. Se hubieran visto mejor en la mesita de centro de la casa, que en esta lápida. 

Muñeca de trapo

CARMEN ALICIA HERNÁNDEZ

No hables, ¡lo haces mal!, no bailes, ¡te ves ridícula!, no cantes... ¡que música tan popular! Así le hablan a la pobre y fea muñeca de trapo.

Depende, Dependo, Dependiendo

DIANA MARIA CASALLAS FAGUA
Hoy si me iré. Aunque depende del clima. Lloviendo no quiero partir. ¿Y si los niños no quieren venir? Dependo de eso también. ¿Podré continuar yo sola? ¿Y si mi trabajo no basta? Tendré que hacer cuentas y, dependiendo de eso, lo decido. ¿Cómo será vivir sin él? Depende, no sé qué duele más, seguir con el dolor de mi cuerpo que consume mi alma o que duela el corazón por su ausencia. Dependo de si puedo dejar de vivir dependiendo. 

Sentencia de muerte

NANCY JOHANA LEYTON

La suerte estaba echada, las cartas sobre la mesa, el jurado leía la condena con dedos señaladores. Culpable, su única palabra. Su culpa, su pecado, ser joven. ¿Defenderse o simplemente ser mujer? Ella miraba con una mueca en sus labios (¿acaso sonrisa?) y simplemente dijo: él no volverá a tocarme a mí ni a ninguna otra.

Sin título

SONIA CARDONA

-¿Cómo se le dice no a una mujerota como ella? - Así se refirió el directivo a la líder del proyecto. Lo miré sin entender. Es una discusión técnica pensé, pero todos reían. -No hay nada qué hacer, sólo decir que aceptamos- concluyó uno de ellos. Todos asintieron riéndose y cambiaron de tema.


Palabras mal interpretadas

DAYANA ANDREA TORRES CUCAITA

Me decía: quiero que seas mía y que siempre lo seas. Me conquistaba…
 Me decía: si no estás conmigo no estás con nadie. Me enamoraba…
 Me decía: si te vas de mi lado te inmortalizaré. Me asustaba.
Me decía: si te hago daño es porque me das razones. Me paralizaba.
 Aquel día al parecer le di razones suficientes…Y me inmortalizó.
 Mi recuerdo sigue vivo en las mentes y corazones de las personas que me amaban y me advirtieron de un amor controlador, obsesivo y nocivo que no supe interpretar a tiempo.

El final del cuento

DIANA MARCELA CASTRO FARFÁN

-”Y vivieron felices por siempre.”-Cerró el libro de cuentos que le leía sin falta cada noche, en un intento de ofrecer alguna dosis de amabilidad a sus días. Sólo era una fantasía, pero se negaba a permitir que él les arrebatara también eso. Observó el rostro de su hija que se había quedado dormida. Guardó el libro en la pequeña maleta, que contenía unas pocas cosas de la niña, la carta dirigida a su hermana y los escasos pesos que logró esconder en el relleno del viejo oso de peluche. Escuchó la puerta de la casa abrirse, se puso de pie y tomó el cuchillo que tenía guardado en el primer cajón de la mesa de noche. Miró una vez más el rostro de su pequeña y salió de la habitación dispuesta a matar al dragón, aunque fuera lo último que hiciera.


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