LUCHA DE LOS SECTORES MÁS POPULARES
SONIA DANIXSA TOLEDO
ZÚÑIGA
ESPECIALIZACIÓN EN PEDAGOGÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA UPTC
DUITAMA
RESUMEN
En
este escrito, se pretende abordar el tema de vulneración y violación de los
derechos humanos de la mujer en Nicaragua, teniendo en cuenta que, además de
las normas nacionales o internas de este país, también hay un ordenamiento
jurídico internacional que protege y ampara los derechos de las mujeres. La síntesis,
aborda las distintas formas o clases de exclusión, discriminación, violencia
y/o maltrato contra la mujer nicaragüense, lo cual deja entrever por un lado,
la injerencia por omisión o acción de algunos sectores sociales, y por otro, el
levantamiento y la lucha a través de la toma de conciencia por parte de la
población vulnerada, la cual reclama la reivindicación de sus derechos
vulnerados, o en muchos casos de sus derechos casi inexistentes, a sabiendas de
que son estos inherentes a cada individuo humano.
PALABRAS CLAVES
Derechos
Humanos, exclusión, lucha, organización, dignidad, mujeres, transformación,
igualdad, reivindicación, reconocimiento.
ABSTRACT
In this paper, we
intend to address the issue of infringement and violation of human rights of
women in Nicaragua, given that, in addition to national or internal in these
country standards, there is also an international legal system that protects
and covers the women's rights. The synthesis, addresses the different forms or
types of exclusion, discrimination, violence and/or abuse against Nicaraguan
women, which suggests one hand, interference by action or omission of certain
social sectors, and on the other, lifting and struggle through awareness
violated by the population, which calls claiming their rights violated, or in
many cases its almost nonexistent rights, knowing that these are inherent in
every human individual.
KEYWORDS
Human Rights,
exclusion, struggle, organization, dignity, women, transformation, equality,
claim recognition.
INTRODUCCIÓN
Entre
todos los seres vivos del plantea, la mujer, es uno de los más luchadores,
rebuscadores, feroces a la hora de defender sus intereses y más aún al momento
de amparar, proteger, amar, regocijar a sus seres queridos. Es necesario
comprender que sin importar el origen del ser humano, todos los seres,
incluidos los no “humanos”, tienen un derecho fundamental: la vida, como
también el derecho a que se les garantice ante todo unas condiciones de
protección y dignas de su persona o ser. La historia, la ciencia, la religión,
el gnosticismo, etc., siempre discuten sobre el origen o evolución del hombre y
se sobreentiende que de la mujer. No obstante, en ninguna de estas teorías,
creencias, especulaciones, hipótesis o suposiciones, se afirma que el hombre
haya evolucionado más o menos que la mujer y viceversa, por tanto, las
condiciones sociales, políticas, económicas, culturales, religiosas, no deben ser excluyentes para ninguno de los
dos géneros.
Si bien es cierto
que dentro de esta sociedad patriarcal, conservadora y machista, predomina el
hombre como sujeto dentro de las actividades desarrolladas en los ámbitos
laborales, familiares, sociales, culturales, religiosos, etc., está también la
importancia de la mujer como madre, ama de casa, empresaria, trabajadora, líder
política, entre otras, sin olvidar que en algunos momentos históricos, fueron
ellas las protagonistas de acontecimientos relevantes, como por ejemplo,
Cleopatra, Nefertiti, e incluso mujeres nicaragüense como: (…) los casos de Doña Josefa Chamorro, participante en las primeras
acciones de la Independencia del Imperio Español; (…); igual que mujeres
participantes en la Guerra Antimperialista y de Liberación Nacional, dirigida
por nuestro General de Hombres Libres Sandino, destacándose: Dolores Matamoros.
(…) Igualmente, las que figuraron durante la tiranía somocista y durante la
Revolución Popular Sandinista, donde las mujeres alcanzaron su máxima
representación en todos los niveles: institucional, militar (varias recibieron
el grado honorífico de Comandante Guerrillera), de partido, en las
organizaciones de masas y sindicales.[1]
Sin embargo, ha sido la mujer, el sujeto más vulnerado, excluido, maltratado,
violentado física, psicológica y verbalmente.
Es entonces, como debido a tantas
violaciones de los derechos de las mujeres en todo el planeta, el 25 de noviembre de 1981, fue declarado el
día internacional contra la violencia hacia las mujeres en el primer encuentro
feminista para América Latina y el Caribe, celebrado en Bogotá, en honor a las
hermanas Mirabal, asesinadas en 1960 por la policía secreta de Rafael Leonidas
Trujillo, dictador de República Dominicana entre 1930 y 1961; fueron asesinadas
porque se atrevieron a denunciar y luchar contra la tiranía de ese dictador.
Posteriormente, la Asamblea General De las Naciones Unidas, hace una
declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en donde
llama a todos los estados a condenar y a no invocar ninguna costumbre,
tradición o consideraciones de ningún tipo de violencia, incluyendo las
religiosas, para no eludir su obligación de eliminar la violencia contra la
mujer; así mismo, les plantea que deben aplicar sin demora una política
encaminada a abolir estos actos.[2]
Para lograr comprender el presente, es ineludible conocer
nuestro pasado, es por eso que este análisis, debe comenzarse desde algunos
siglos antes de nuestros tiempos y hacer una breve mirada desde la perspectiva
internacional.
Se cree que los primeros pobladores de Nicaragua
fueron provenientes de México: los Nahoas o Nahuas; quienes tenían un Estado
organizado y un gran avance cultural. Su organización social era estratificada
y las funciones entre hombres y mujeres desiguales, es decir, que desde la
época prehispánica, ya existía exclusión hacia las mujeres y, más aún se
incrementó con la llegada de los colonos españoles al continente y por ende al
país, debido al encuentro violento y a la imposición de la cultura europea
invasora sobre la aborigen. No obstante tras años de barbarie, destrucción,
aculturización, derramamiento de sangre y represión, surgen sublevaciones en
rechazo a tanta injusticia. Por ende, podemos osadamente afirmar que es en este
periodo colonial donde comienza la lucha por la dignidad de las mujeres y la
defensa de sus derechos, aunque paradójicamente, al mismo tiempo que se
luchaba, también se asesinaban, ejecutaban mujeres líderes, se prohibía
realizar actividades como ocupar cargos públicos, votar, trabajar, y hasta se
les obligaba a casarse entre los 12 y 14 años con hombres que ni siquiera
conocían, más adelante se aumentaría la edad a los 25 años pero con
condicionamiento de una autoridad paterna.
España promulgó
una pragmática Real en torno al matrimonio, en la que se formulaba el
requerimiento de los padres para la selección de un cónyuge a todas las
personas menores de 25 años. Dos años después se extendió a todas las colonias
españolas en América.[3]
Desde entonces, la búsqueda de la
libertad, la fraternidad y la justicia para el género femenino, ha sido
constante en donde un proceso ha llevado a otro hasta obtener un sumario,
llamado derechos de las mujeres. Sin contar también, con el surgimiento de
otros “factores que exacerban las inequidades de género como la edad o
la violencia conyugal y la pobreza “el factor o condición que más limita y
excluye a las mujeres para alcanzar una vida digna en igualdad”. (Guzmán, 1997)
La historia de Nicaragua, es atrayente e interesante
por su alto contenido heroico y por los continuos procesos de transformación de
su sociedad, pero también por la lucha de conservar su cultura ancestral. Así
como se conoce que históricamente, desde tiempos remotos, la mujer nicaragüense
ha sido blanco de diversas maneras de discriminación, por ejemplo, en la época
colonial, las controlaba su padre y luego su marido, se les violaba sexualmente
y además se les consideraba culpables por “provocadoras”, incluso ante la
iglesia Católica, eran culpables por el simple hecho de ser mujeres; no se les
enseñaba a escribir ni leer. Es por tanto que muchas de ellas se levantan
pacíficamente autoeducándose y autoformándose.
Recordemos que tanto en la Declaración de los
Derechos de Virginia en 1776, como en la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano durante la Revolución Francesa en 1789, la mujer fue excluida
y, en la lucha de algunas mujeres por reclamar y hacer valederos sus derechos,
hubo opresión, aniquilación y muerte. Tal es el caso de la
francesa Olympe de Gauges, quién en 1791, redactó la Declaración de los
Derechos de la Mujer y de la Ciudadana,
por ello y otras situaciones, en 1793, fue llevada a la guillotina. Al
igual que Mary Wolstonecraff, mujer valiente que en 1792 fue condenada a morir
por haber publicado su obra Vindicación de los Derechos de las Mujeres. Y así
sucesiva y eternamente se podría enumerar el caso de cientos de mujeres que han
dado su vida en la lucha no solo de sus derechos individuales sino también en
la búsqueda de sus derechos colectivos, sociales, económicos y culturales. Es
así como surgen los primeros avances legislativos en 1902 en la Convención de
la Haya; se crea la Comisión Interamericana de Mujeres dentro de la
Organización de Estados Americanos y por primera vez en América Latina, en
1924, más exactamente en Ecuador, una mujer llamada Matilde Hidalgo de Prócel,
ejerce el derecho al voto. Y así, repetidamente, se van dando innumerables
luchas por la participación femenina en diferentes escenarios.
Poco
tiempo después de haberse conformado la Organización de la Naciones Unidas, en
1945, Eleanor Roosevelt en compañía de otras mujeres de América Latina, logran
evolucionar los Derechos del Hombre a Derechos Humanos. Así, la ONU humanizó en su documento básico a las mujeres, ignoradas en
la Declaración Universal de 1789, [4]
siendo esto un gran paso hacia la reivindicación del género femenino,
aunque no erradicando el problema por completo.
Es contundente que con el tiempo, Nicaragua ha adquirido
enormes avances en cuanto a normas y leyes favorables para los derechos de las
mujeres. No obstante, al igual que en muchos países, ha faltado mayor
compromiso y responsabilidad de los gobiernos y sus instituciones para
garantizar el cumplimiento de las mismas, siendo visible y muy preocupante el
hecho de que factores como la pobreza y la violencia, sean el pan de cada día
de miles de mujeres nicaragüenses, las cuales han tenido que labrar todo un
proceso de lucha para poder reclamar unos derechos como: la familia, la
propiedad, cargos y servicios públicos y demás, luchas que no han tenido que
dar los hombres, ya que gozan de mayores privilegios que las féminas. Entonces,
surge la necesidad de preguntarse por qué no se da cumplimiento a las normas
constitucionales e internacionales en cuánto a igualdad de derechos entre
géneros?.
Por otra
parte, cabe resaltar también, el rol eminentemente bello y humano de las
mujeres luchadoras, madres solteras, obreras, esposas, amas de casa,
profesionales y demás en la construcción de las sociedades, pues la mujer
siempre piensa primero en su familia y en su comunidad antes que en ella misma.
Hablamos entonces sobre
“la mujer del pueblo, la esposa y madre
del obrero, del vendedor ambulante o del desempleado, del desplazado o el
ignorado, en la cual recae la mayor parte de responsabilidad por garantizar la
sobrevivencia de la familia, el pan diario como solemos decir” (Quijano, 2004)
aquella que diariamente se da a la tarea de “una
construcción de identidad y de entendimiento de las relaciones de poder
alrededor del género” (Tovar, 2001). A la mayoría de estas mujeres no se les reconoce sus quehaceres, muchas
de ellas reciben un salario miserable e inferior al de los hombres e incluso
ocupando los mismos cargos, tampoco recibe un trato digno, se denigra su
cuerpo, su sexualidad y hasta su buen nombre así como también se les excluye
social y laboralmente, incluso dentro de su hogar se les maltrata fisca, verbal
y psicológicamente.
LO QUE LAS MUJERES
NICARAGUENSES BUSCAN CON SU LUCHAS POPULARES
Ante tanta asimetría entre hombres y
mujeres, y ante las múltiples injusticias cometidas hacia el género femenino,
no ha quedado más opción que el levantamiento de las mismas, organizado en
grupos sociales, tales como los grupos feministas, las madres solteras, las
desplazadas, las abandonadas, las maltratadas, las excluidas políticamente,
etc. Todas ellas, organizadas -independientemente del sector al que
pertenezcan- en pro de una vida mejor, más digna, justa, igualitaria,
independiente y autónoma, pero ante todo con unos mínimos vitales que
satisfagan sus necesidades básicas.
Entre los muchos derechos adquiridos tras
las luchas, la autonomía es uno de los que más anhela la mujer. Ya que es “entendida como la capacidad de
autodeterminarse como objetivo propio de lucha, sus estrategias, su
priorización, sus metas, sus alcances”. Además, la “autonomía no debe
entenderse como asilamientos en los espacios de la mujer; es por el contrario,
un proceso de interlocución con otros, pero desde posiciones de respeto mutuo a
sus demandas. La autonomía para los movimientos se plantea como parte de una
estrategia emancipadora y democratizadora de toda la sociedad, donde las
mujeres son protagonistas de sus luchas con capacidad de negociar, pactar,
hacer alianzas, pero en condiciones de igualdad y no de subordinación de otros
sectores” (Cheyne, 1997). Como lo afirma la (AMD, 2009)[5], la posición democrática de las mujeres, debe promover los valores de:
justicia social, equidad, democracia, participación y solidaridad, para
garantizar el ejercicio de los Derechos Humanos, a la par de proyectarse desde
una organización femenina de carácter popular con alta incidencia en el
contexto local y regional, para que en comunidad, se promuevan los derechos de
la mujer.
Es urgente y se busca “incluir la solución a las necesidades de género, empezando por las
necesidades prácticas como las funciones de madre, esposa y responsable del
hogar. La razón es que para las mujeres populares, a diferencia de otras
mujeres de diferentes sectores de clase, los roles impuestos por la división
sexual del trabajo, son más marcados. Este es el tema injusto de las mujeres en
esta sociedad machista”. (Molyneux, 1985), no conozco el primer caso de
algún hombre que por necesidad, haya tenido que dedicarse a la prostitución, si
los hay, son muy pocos los casos de esta índole.
Como respuesta a todo lo anterior, las
mujeres se levantan desde “la propia
realidad para transformarla, actitud que no les ha impedido escuchar los
llamados de los movimientos feministas en la necesidad que la mujer salga del
campo de lo privado a lo público como una estrategia para ganar acceso a las
áreas dominadas por los hombres. Lo que pasa es que para la mujer popular el
debate es práctico y como prácticas deben ser soluciones a las condiciones
materiales en que vivimos. Ellas asumen esos roles desde la conciencia femenina
exigiendo los derechos que estas responsabilidades llevan consigo”. (Aguado,
1999).
Ahora, se entiende que la práctica feminista
“no es única e invariable, al contrario,
los contextos históricos, las diversas experiencias de las mujeres y el cómo
actúan categorías como la clase, la “raza”, la etnia, la sexualidad, lo
territorial y los posicionamientos políticos; dan historicidad al feminismo de
lo cual se han derivado diversas corrientes de pensamiento, diversas
estrategias y diversas acciones” (Curiel, 2006).
Se puede concluir entonces, “que la propuesta es superar los sectarismos
históricos entre organizaciones de las mujeres, por lo que se asume que si se
quiere entender las acciones colectivas realizadas por las mujeres, no se puede
seguir pensando en si son o no feministas, dependiendo de la definición que se
tenga, ni cuánto grado de avance tienen en su conciencia, sino más bien en los
intereses de género, clase social y de grupo étnico, y las estrategias de
movilización. Lo que hay que ver más de cerca es la interrelación de estos
movimientos con otras actividades políticas y con las condiciones de la
comunidad donde viven, y la situación general de la sociedad” (Tovar, 2001).
Es propicio enaltecer el rol interesante que
ha asumido este sector denominado el “sexo débil”, pero que sin embargo, han
demostrado lo valiente, luchadoras y contundentes a la hora de transformar una
imposición social en un derecho adquirido. Es
así como las organizaciones populares de mujeres pueden hacer de sus proyectos
por la supervivencia, unos escenarios de aprendizaje y transformación para que
otras mujeres hallen soluciones alternativas a sus necesidades cotidianas y
logren salir de su ámbito doméstico hacia el ámbito público, organizándose y
reclamando colectivamente. Proyectos concebidos de esta forma, son
verdaderamente alternativas a los mecanismos de dominación presentes tanto en
el mundo privado como en el público, como las condiciones del matrimonio, la
dependencia económica de las mujeres, la discriminación laboral, el acoso
sexual y la violación” (Tovar, 2001). “No habrá transformación social sin
liberación de las mujeres y, al mismo tiempo, que no habrá liberación de las
mujeres sin una radical transformación social” (Moretti, 2009) y que por ende,
esas transformaciones se deban dar desde ya, y desde lo más privado como es el
hogar, por lo tanto la apuesta es porque los hombres asuman también la
responsabilidad del trabajo doméstico y en el cuidado de los niños, las
funciones de educar, alimentar y cuidar. Eso es lo que se conoce como
Maternazgo (Lamas, 1987). Es esa la valentía de ser mujer, un hombres sin
una compañera no puede realizarse como proyecto de vida y una sociedad sin una
mujer es como si le faltara el corazón a un ser vivo.
DISTINTAS FORMAS DE
VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN NICARAGUA
PROSTITUCIÓN
La
prostitución en Nicaragua es uno de los fenómenos de mayor vulneración de los DDHH de las mujeres, miles de mujeres
ejercen este oficio, y cerca de un 40% son menores de 18 años. Su principal
factor es, una sociedad que se aproxima al 70% en situación de pobreza, en
donde el 56% son menores de edad. Hecho lamentable y muy preocupante, pues al
no encontrar alternativas laborales, la prostitución ha sido la única
alternativa laboral, lo cual ha creado dentro del ámbito social una manera de
aceptación del tráfico del cuerpo de la mujer como mercancía. Esta
problemática, ha desencadenado la creación de organizaciones especializadas en
el tráfico de personas que son sometidas de manera involuntaria a través de
chantajes y amenazas o secuestros a ejercer dicho oficio, siendo sometidas
abajo un sistema de esclavización que va en contra de lo estipulado por
Naciones Unidas y lo cual despoja a estas mujeres de la dignidad que les
pertenece inherentemente. Dentro de esta actividad denigrante participa desde
el taxista y el mesero, hasta gente educada y/o de mucho dinero
FEMINICIDIOS
El
feminicidio en Nicaragua, es una grave problemática que afecta a muchas mujeres
a consecuencia del machismo y la estructura patriarcal que aún se tiene. La
violencia contra ellas, se presenta desde la violencia sexual hasta la
destrucción de sus órganos sexuales y se manifiestan con agresiones ocasionadas
con armas de fuego y el uso del machete, a pesar de que el país cuenta con la Ley 779, Integral Contra la Violencia Hacia las Mujeres, en
la que se tipifica el feminicidio como un delito.[6] La falta
de presencia gubernamental en las áreas rurales ha producido que la justicia no
opere en muchos de estos casos, un total de 65 mujeres fallecieron a causa del "feminicidio".[7]
DERECHOS DE LAS MUJERS INDÍGENAS
A pesar de contar con la ley 779, ley de
violencia contra las mujeres, se siguen dando agresiones físicas y psicológicas
a mujeres indígenas de todas las edades. Ha habido varios casos de agresión
sexual, inducción a niñas y jóvenes indígenas a la prostitución, otras han sido
víctimas de violencia intrafamiliar. La mayoría de estos casos no son
denunciados por falta de confianza en las autoridades, donde funcionarios
inducen de manera coercitiva a las mujeres para que medien con sus agresores.[8]
Como es evidente las mujeres de las comunidades indígenas por su alto grado de
vulnerabilidad y sus condiciones sociales son sometidas a múltiples atropellos
en el ejercicio de sus derechos. Existen también casos en los que niñas
indígenas sufren acoso por parte de sus maestros sin que el ministerio tome
medidas correctivas.
La falta de acceso a la educación, las ha
vuelto más frágiles en el reconocimiento de sus derechos dentro de los pocos
espacios en los que pueden acceder, los entes gubernamentales no tienen en
cuenta su visión cosmogónica y cultural. En muchos casos el machismo no les permite
educarse, sus esposos no las dejan acceder a las escuelas. También se presentan
altas tasas de embarazo porque las niñas comienzan su vida sexual desde los
trece años, situación que agudiza aún más la vulneración de sus derechos. Otro
derecho vulnerado a este grupo de mujeres, es la salud y la no aplicación de la
ley 759, ley de medicina tradicional ancestral, que todavía no ha sido
reglamentada. Además el personal de salud desconoce y desvincula de su quehacer
cotidiano la armonización con la medicina ancestral.[9]
EDUCACIÓN
La educación en Nicaragua está amparada
mediante la ley No. 582, que la reconoce como un derecho humano y fundamental
dentro de su ordenamiento, por lo tanto, tiene que ser gratuita en igualdad de
género para todos sus habitantes, a pesar de que la educación en Nicaragua
tiene una tendencia a la privatización se reconoce que Después de haber
hecho un recorrido sobre el estado de la privatización de la educación
nicaraguense, se puede concluir que la educación pública actual en el país, es
mayoritaria, ya que el estado oferta el 86% de la cobertura en los centros
públicos, tanto en la educación regular (78%), como en la educación no regular
(95%).[10] A pesar de estos datos gran parte de las
mujeres nicaragüenses no cuentan con herramientas que le permitan el acceso a
las escuelas por razones como la pobreza.
VIOLENCIA LABORAL EN
NICARAGUA
La
Ley 779, Integral contra la Violencia hacia las Mujeres y de Reformas a la Ley
No.641 "Código Penal", indica que la violencia laboral contra las
mujeres es aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo
públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación,
salario digno y equitativo, ascenso, estabilidad o permanencia estabilidad o
permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad,
esterilización quirúrgica, edad, apariencia física, realización de prueba de
embarazo o de Virus de Inmunodeficiencia Humana VIH/ SIDA u otra prueba sobre
la condición de salud de la mujer. Pese al marco legal, se continúan dando
diferentes hechos de violencia contra las mujeres, especialmente en las zonas
francas y que han sido denunciados en repetidas ocasiones por el Movimiento de
Mujeres María Elena Cuadra, por ejemplo largas jornadas de trabajo, alta imposición
de metas de trabajo, salarios precarios, negativa de permisos para asistir al
seguro social, cierres y no pagos de salarios y prestaciones económicas a las
trabajadoras, entre otros.
BIBLIOGRAFÍA
AGUADO,
Anna. Mujeres, regulación de conflictos sociales y cultura de la paz. Colección
Oberta. Universidad de Valencia, 1999.
ÁLVAREZ
ARAGÓN, Virgilio; SUAZO MIRANDA, Balbino; LOUIS, Ilionor; SVERDLICK, Ingrid. El
derecho a la educación vulnerada, la privatización de la educación en Centro
América. Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) y Foro
Latinoamericano de Políticas. p. 55.
ASAMBLEA
NACIONAL. La evolución histórica de los derechos de las mujeres en Nicaragua.
Managua, 2010.
CHEYNE,
Deysi. Relación movimiento de mujeres – Movimientos populares o partido. En
Memorias Taller “Mujeres, participación política y ciudadana”. Universidad de
Costa Rica. San José, 1997.
CURIEL,
Ochy. Aproximación a un análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas
constructoras de paz y/o opositoras de la guerra desde la teoría feminista.
Participación política y ciudadana”. Universidad de Costa Rica. San José, 2006.
DECLARACION
DE LAS MUJERES INDIGENAS DEL PACIFICO, CENTRO Y NORTE DE NICARAGUA. ¡NO MAS
VIOLENCIA CONTRA NUESTRA INTEGRIDAD!.
GUZMAN, Laura. Participación social
de las mujeres y desarrollo local con equidad de género en Centroamérica, 1997.
LAMAS, Marta. Maternidad y política.
Jornadas feministas. México, 1987.
MOLYNEUX, M. ¿Movilización sin
emancipación?, Intereses de la mujer, el Estado y la Revolución. El caso de
Nicaragua, en Coraggio y Deere (coords.), La transición difícil: la
autodeterminción de los pequeños países periféricos, Siglo XXI. México, 1986.
TOVAR, Patricia. Las Policarpas de
fin de siglo: Mujeres, rebelión, conciencia y derechos humanos en Colombia,
2001.
MODEP (Movimiento por la Defensa de
los Derechos del Pueblo). Comunicado por la defensa de los derechos de las
mujeres, no a la violencia contra la mujer. Noviembre, 2010.
INFOGRAFÍA
http://alianzaintercambios.org/documentos?idtipodoc=14&iddoc=257
http://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/337359-registran-65-femicidios-nicaragua-que-va-2014/
[1]
ASAMBLEA NACIONAL. La evolución histórica de los derechos de las mujeres en
Nicaragua. Managua, 2010, p 9.
[2]
MODEP (Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo). Comunicado por la
defensa de los derechos de las mujeres, no a la violencia contra la mujer.
Noviembre, 2010.
[3]
Ibid.,. p. 22.
[4]
Asamblea nacional. Ob. Cit., p. 16.
[5]
Asociación de la Mujer Democrática.
[6]
http://alianzaintercambios.org/documentos?idtipodoc=14&iddoc=257
[7]
http://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/337359-registran-65-femicidios-nicaragua-que-va-2014/
[8]
DECLARACION DE LAS MUJERES INDIGENAS DEL PACIFICO, CENTRO Y NORTE DE NICARAGUA.
¡NO MAS VIOLENCIA CONTRA NUESTRA INTEGRIDAD!. P. 2
[9]
Ibid.,. p. 5.
[10] ÁLVAREZ
ARAGÓN, Virgilio; SUAZO MIRANDA, Balbino; LOUIS, Ilionor; SVERDLICK, Ingrid. El
derecho a la educación vulnerada, la privatización de la educación en Centro
América. Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) y Foro
Latinoamericano de Políticas. p. 55. p. 55.
No hay comentarios:
Publicar un comentario