LILIANA SMITH SANCHEZ RODRIGUEZ
ESPECIALIZACION EN PEDAGOGIA DE LOS DERECHOS HUMANOS
RESUMEN
La
violencia ejercida contra la mujer es un problema que obedece a estructuras
jerárquicas patriarcales que producen una cultura donde las mujeres son vistas
como objetos desechables y maltratarles , prueba de ello es que las múltiples
violaciones a los derechos de las mujeres se desarrollan tanto en tiempos de
paz como en tiempos de conflicto armado; respondiendo a diferentes contextos
pero a imaginarios culturales similares que limitan y atentan contra la
libertad femenina y el desarrollo de sus capacidades. Con ello se evidencia que
las mujeres se enfrentan a discriminación del estado, de sus familias y de la
comunidad en general. Considerarnos
la violencia como una situación en la que una persona con más poder abusa de
otra con menos poder: la violencia tiende a prevalecer en el marco de
relaciones en las que existe la mayor diferencia de poder. Los dos ejes de
desequilibrio de poder dentro de la familia están dados por el género y por la
edad.
ABSTRACT
Violence
against women is a problem that reflects patriarchal hierarchical structures
that produce a culture where women are seen as disposable and vex objects , the
proof is that multiple violations of the rights of women develop in times of
peace as in times of armed conflict; responding to different contexts but
similar cultural imaginary that limit and undermine women's freedom and
development of their capabilities. This is evidence that women face
discrimination in the state , their families and the community in general.
Consider us violence as a situation in which a person with more power abuse
another less powerful : violence tends to prevail in the framework of relations
in which there is the greatest difference in power . The two axes of power
imbalance within the family are given by gender and by age.
LA
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
EN PERU
La violencia contra las mujeres es la mayor
atrocidad cometida contra los derechos humanos en nuestros tiempos. Desde que
nacen hasta que mueren, tanto en tiempo de paz como en la guerra, las mujeres
se enfrentan a la discriminación y la violencia del Estado, la comunidad y la familia. Cada año,
millones de niñas y mujeres sufren violaciones y abusos sexuales a manos de
familiares, hombres ajenos a la familia, agentes de seguridad o combatientes
armados. Algunas formas de violencia, como los embarazos y los abortos
forzados, la “quema de novias” y los abusos relacionados con la dote, son
específicas de las mujeres. Otras, como la violencia en el ámbito familiar
—conocida también como violencia doméstica—, tienen entre sus víctimas a un
número desproporcionado de mujeres. Durante los conflictos armados, la
violencia contra las mujeres suele usarse como arma de guerra para
deshumanizarlas o para perseguir a la comunidad a la que pertenecen. La
violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o
económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición
económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la
perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo
el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres
ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos[1].
Por tanto, la violencia contra
la mujer es un problema mundial, histórico y estructural. A lo largo de la
historia se ha podido comprobar que la mujer desempeña un rol concluyente
socialmente; es decir, que se ha ido construyendo una realidad donde lo
femenino es menor a lo masculino. Además, la violencia contra la mujer se
registra en el plano de los Característicos colectivos, por lo que se han
desarrollado y sedimentado en los imaginarios sociales prácticas
discriminatorias que violentan la integridad física y psicológica de las
mujeres. Aunque las culturas –por su dinamismo– cambian, la violencia ejercida
contra la mujer por razón de su género se mantiene como un constante y arduo
problema mundial que afecta diariamente a millones de mujeres en el mundo.
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER POR RAZONES DE
GÉNERO
El género es una construcción
cultural e histórica, que nos da cuenta de la simbolización cultural de la
diferenciación anatómica que se va reproduciendo a través de las prácticas,
ideas, discursos y representaciones sociales que condicionan la conducta objetiva
y subjetiva de las personas en función a su sexo. Por lo tanto, se descarta que
los hombres y mujeres sean producto de una realidad natural; por el contrario,
somos producto de una interpretación histórica y cultural.
TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Violencia física: comprenden desde bofetadas,
puñetazos, estrangulación y patadas hasta golpes con bastones, porras o
látigos, uso del fuego o de ácidos para causar dolor y daños de larga duración
e incluso el homicidio.
Violencia sexual: ésta puede focalizarse
inicialmente en las violaciones. Las definiciones de esta conducta varían de
una jurisdicción a otra. Sin embargo, durante el último decenio se ha
Producido un importante
desarrollo en el derecho internacional en lo relativo a la definición y comprensión
de la violación.
Violencia psicológica o
emocional: consistente
en las amenazas, los comentarios degradantes, el lenguaje sexista y el
comportamiento humillante. Estos son componentes frecuentes de la conducta
violenta hacia las mujeres que pueden tener consecuencias para suBienestar psíquico o emocional[2].
Finalmente, las mujeres frecuentemente
están sometidas a privaciones económicas o de otro tipo. Millones de mujeres en
todo el mundo dependen de los varones, que les dan apoyo económico y seguridad.
Por lo tanto, los hombres pueden tener un impacto directo sobre el bienestar de
la mujer, proporcionando o reteniendo los medios para la obtención de alimento,
vestimenta y otras necesidades diarias. Pero el impacto puede ser aún más
profundo. En algunas culturas, cuando el hombre se divorcia de su esposa, ésta puede
quedar sin recursos y estigmatizada. Si él muere, pueden obligarla a casarse
con el hermano de su esposo (“heredar la esposa”) o puede quedar expuesta a la
explotación o el abuso de otros miembros de la familia o clan de su esposo.
Situación de la violencia contra la mujer
en el Perú
Como se ha referido, la
violencia contra la mujer observa varios planos que concurren –la violencia
física, sexual y psicológica. La violencia contra la mujer, así como su
magnitud
nos revela que éste es un
problema social que responde a la permanencia de una cultura con estructuras
jerárquicas patriarcales, donde la mujer es vista como un objeto desechable y
maltratable; prueba de ello es que las múltiples situaciones y acciones que
vulneran los derechos humanos de las mujeres se pueden dar tanto en tiempos de
paz como en tiempos de conflicto armado. Se trata de contextos diferentes que
responden a un imaginario cultural similar que limita y arremete contra el
ejercicio pleno de las libertades y derechos de la mujer; enfrentándose así no
solo a la violencia y discriminación de sus familias y su comunidad sino
también del Estado.
El Informe Mundial sobre la
Salud y Violencia de la OMS señala que la violencia es un problema de salud
pública pues genera graves daños psíquicos, físicos, privaciones y deficiencias
en el desarrollo de las personas. Por otra parte, el estudio multicéntrico de
la OMS[3] sobre la violencia
de pareja y la salud de las mujeres[4]
revela que el 48% de las mujeres en Lima y el 61% en Cusco reporta haber sufrido
violencia física por parte de sus parejas. Del mismo modo, el 23% de las
mujeres en Lima y el 47% de Cusco afirman haber sufrido violencia sexual. En
conclusión, más de la mitad de las mujeres en Lima (51%) y el 69% en Cusco
señalan que han sido violentadas sexual o físicamente por sus parejas.
Estas cifras no reflejan
necesariamente la realidad, pues generalmente la violencia es ocultada por la
propia víctima. Al respecto, diferentes estudios muestran que seis de cada 10
mujeres son víctimas de violencia familiar, en tanto que una mujer de cada
cinco es víctima de violencia sexual. Del total de las personas que han sido
maltratadas o golpeadas, sólo una de cada tres busca ayuda en una persona
cercana; y sólo una de cada cuatro acude a una comisaría
FEMINICIDIO.
Origen del
término
El término
“feminicidio” viene de “femicide”, cuya traducción es “femicidio”,
que es el homólogo a homicidio de mujeres[5]. Se ha preferido en
la voz castellana denominar a esta nueva categoría de estudio feminicidio,
dentro de la cual se pueden abarcar las especificaciones de esta clase de
crímenes contra las mujeres.
es el crimen contra las mujeres
por razones de género. Es un acto que no responde a una coyuntura ni actores
específicos, pues se desarrolla tanto en tiempos de paz como en tiempos de
conflicto armado y las mujeres víctimas no poseen un perfil único de rango de
edad ni de condición socioeconómica. Sin embargo, existe mayor incidencia de la
violencia en mujeres en edad reproductiva. Los autores de los crímenes tampoco
responden a una especificidad
ya que estos actos pueden ser
realizados por personas con quienes la víctima mantiene un vínculo afectivo,
amical o social, como por ejemplo familiares, parejas, enamorados, novios,
convivientes, cónyuges, exconvivientes, excónyuges o amigos. También es
realizado por personas conocidas, como vecinos, compañeros de trabajo y de
estudio; de igual forma
que por desconocidos para la víctima. Asimismo,
puede ser perpetrado de manera individual o colectiva, e incluso por mafias
organizadas.
Su incremento y características,
así como la permanencia de altos índices de violencia contra la mujer llevaron
a Amnistía Internacional– Sección Peruana y al CMP Flora Tristán, a plantearse
la necesidad de abordar el problema conociéndolo en su real magnitud, mediante
la elaboración de una base de datos que nos permita una primera aproximación
empírica a la situación.
El feminicidio es
un término que intenta inscribirse en el discurso criminalístico para videnciar
acciones humanas cuyos móviles responden a una racionalidad colectiva que
discrimina y valora a la mujer como objeto de “uso” y “abuso”; y no como sujeto
semejante y digno de ejercer sus derechos.
El rol de la mujer ha sido
sedimentado por medio de distintas instituciones sociales en las cuales se
establecen mecanismos de coerción y disciplinamiento que pretenden mantener un
orden social y una jerarquía de poder. El romper con los estereotipos de
comportamiento femenino implica también iniciar un proceso de resquebrajamiento
de jerarquías sociales, así como enfrentar un cambio problemático en el
imaginario colectivo de las personas.
Los roles de las mujeres y las
leyes que amparan la protección de sus derechos han ido cambiando; no obstante,
existe dificultad en aceptar decisiones propias y cambios a los roles asignados
dentro del hogar, la maternidad voluntaria, la libre elección de parejas
sexuales y sentimentales, así como dificultades en el establecimiento de
estrategias de Comunicación democrática.
La “honra masculina” aún es
afectada por el comportamiento femenino, lo cual muestra que la mujer continúa
siendo asumida no como persona independiente, sino como una extensión de la
voluntad masculina; y cuando se desencadenan comportamientos que puedan afectar
dicha “honra” se puede excusar ello como una situación de trastorno en la
integridad psicofísica de una persona en el momento del crimen. Lo comúnmente
denominado “Crimen pasional dirigido hacia la mujer” señala una acción que
pretende ser amparada y justificada bajo una situación de “ofensa, agravio u
honor ultrajado omancillado” Esta situación tiende a mitificar el
comportamientodel agresor y reculpabilizar a la mujer. Por lo tanto,
esta argumentación es incongruente porque el autor del crimen es una persona
socializada en una cultura determinada, donde la acción violenta y valoración
que le precede se inscribe también en un plano de concepciones culturales e
históricas las cuáles evidencian una vez más las terribles brechas y
discriminación entre los géneros.
Promedio, sólo en el 12% de
casos el agresor era una persona desconocida al entorno de la víctima. Esto
significa que la mayor parte de los agresores eran conocidos de la agredida y,
de hecho, mantenían relaciones sentimentales con ella. Así, para los años 2003 a 2005, el 70%, 68% y
56% de agresores, correlativamente, fueron los esposos, parejas sentimentales o
convivientes de las víctimas[6].
En promedio, más del 64% de
víctimas en el momento de la agresión mantenía una relación
sentimental-afectiva o íntima con su agresor. Por otra parte, se advierte
cierto incremento en este factor de contacto estrecho entre víctima y
victimario.
Para los años 2003 y 2004, el
15% de agresores mantuvo en algún momento una relación íntima de convivencia
con la víctima; mientras que en el 2005, este porcentaje se elevó a 17%.
Asimismo, en los tres años, el
6%, 7% y 10% de los agresores, correlativamente, mantenía una relación familiar
con la víctima: fueron sus padres, hermanos, tíos, primos e hijos[7].
En la totalidad de casos, el
promedio de mujeres que conocía a su agresor asciende al 88%. Estando
contemplado en esto los esposos, parejas sentimentales, convivientes, inconvenientes
y familiares. Por lo tanto, la gran mayoría de crímenes fueron realizados por
personas cercanas al entorno social, familiar y afectivo de la víctima;
probando ello que la violencia contra la mujer se inscribe dentro de un plano
estructural que va construyendo prácticas discriminatorias que se reflejan y
reproducen en la cotidianeidad de la vida de las mujeres. Finalmente, según
datos de 2005, sólo el 20% de agresores se encuentra detenido.
Resulta imperativo alertar sobre la
dramática situación de desprotección que viven muchas mujeres sometidas a la
violencia doméstica. Es una obligación de cual quiere que sea el Estado
cumplir con la debida diligencia la atención a este problema; es decir,
promover, proteger y garantizar el ejercicio de los derechos y libertades de
las mujeres[8].
[1] 1
Amnistía Internacional, “Esta en nuestras manos. No más violencia contra las
mujeres”, Editorial Amnistía Internacional – EDAI, 2004, pp. 18 y 19.
[2] Amnistía
Internacional, “Mujeres, violencia y salud”, Londres, 2005, pp. 4 y 5. En:
http://web.amnesty.org/library/Index/ESLACT770012005
[3] Organización
Mundial de la Salud, op.cit, 2002. Informe Mundial sobre la Violencia y la
Salud, 2002. , En: http://www.paho.org/Spanish/AM/PUB/Contenido.pdf
[4] Güezmes,
Ana, Palomino, Nancy y Ramos, Miguel, Violencia sexual y física contra las
mujeres en el Perú. Estudio multicéntrico de la OMS sobre la
violencia de pareja y la salud de las mujeres, Lima: CMP Flora Tristán,
Universidad Peruana Cayetano Heredia, OMS, 2002.
[5] Marcela
Lagarde y de los Ríos, “Por la vida y la libertad de las mujeres. Fin al
feminicidio. Día V-Juárez”
[8] Amnistía
Internacional, Oxfam Internacional, Red Internacional de Acción sobre Armas
Pequeñas, “El efecto de las armas en la vida de las mujeres”,
Londres, 2005, p. 21. En: http://www.controlarms.org/es/assets/mujer_armas_sin%20_fotos.pdf
El concepto feminicidio
se ha construido para nombrar correctamente la especificidad de un
crimen. Es parte de un contexto de discriminación contra la mujer porque –como
afirma la CEDAW– ocurre cuando el agresor intenta menoscabar los derechos y las
libertades de la mujer, atacándola en el momento en que pierde la sensación de
dominio sobre ella.
El previo contexto de
discriminación es una forma de violencia, tal como se establece en la Recomendación N°
19 del Comité de la CEDAW, ya que inhibe la capacidad de las mujeres para gozar
de sus derechos y libertades en igualdad de condiciones que el hombre.
Asimismo, la Convención
de Belem do Pará divide la violencia contra la mujer en tres planos: la
violencia que se da dentro del ámbito familiar, la que tiene lugar en la
comunidad y la que es realizada o tolerada por el Estado.
De igual manera, la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos sostiene que: “Para identificar un trato
discriminatorio, es necesario comprobar una diferencia en el trato entre
personas que se encuentran en situaciones suficientemente análogas o
comparables”.
En tal sentido, los
patrones de comportamiento que se encuentran en el asesinato común responden a
un clima de anomia social generalizado; pero no puede decirse lo mismo de los
casos de feminicidios, cuyo móviles y características responden a
un clima de diferenciación. En estos casos hubo una previa tensión en la
negociación de decisiones, violencia sexual, un pasado previo de violencia
domestica o de parte de la pareja; así como un ensañamiento con la víctima, una
muerte en la cual se deja ver la necesidad de dominio masculino.
Siendo el Estado Peruano
parte la Organización de Estados Americanos (OEA), y habiendo ratificado la
Carta de la OEA; las deficiencias de atención del Estado en estos casos
subvierten lo establecido en los siguientes puntos:
Carta de la OEA,
artículo 3, inciso (J) donde “La justicia y la seguridad sociales son bases de
una paz duradera”.
Carta de la OEA,
artículo 3, inciso (l) donde “Los Estados americanos proclaman los derechos
fundamentales de la persona humana sin hacer distinción de raza,
nacionalidad, credo o sexo”.
Carta de la OEA el artículo 45, inciso (a)
donde “Todos los seres humanos; sin
distinción de raza, sexo, nacionalidad, credo o condición social, tienen
derecho al bienestar material y a su desarrollo espiritual, en condiciones de
libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica”.
En este sentido, el feminicidio
puede desarrollarse en los tres ámbitos; tanto dentro del ámbito
familiar, como en el de la comunidad como en el perpetrado por el Estado o
tolerado mediante la poca atención a políticas que erradiquen la discriminación
contra la mujer y los obstáculos que permanecen en las legislaciones nacionales
(atenuante de homicidio: crimen por emoción violenta) que dificultan la debida
diligencia del Estado y mantiene estereotipos que tienden a devaluar los
comportamientos femeninos. Las afirmaciones vertidas por los agresores muestran
claramente que existe una pretensión de autoridad y dominio sobre las
decisiones de las mujeres y sobre sus vidas; dicha autoridad, al verse
contravenida, genera una reacción violenta en su intención de autoafirmarse.
Por lo tanto, estamos ante un caso de violación permanente a los derechos
humanos de un grupo poblacional y social: las mujeres. Los alcances de los feminicidios
se inscriben a nivel colectivo y generan un ambiente de inseguridad
social, lo cual es reforzado por la desprotección estatal, limitando el
desarrollo de las capacidades y ejercicio de las libertades y derechos de la
mujer.
BIBLIOGRAFIA
Corsi, J.(1992): “Abuso y victimización de la mujer en el
contexto conyugal”. En: Fernandez, A. (comp.): Las mujeres en la
imaginación colectiva. Editorial Paidós, Buenos Aires.
Ferreira, G. (1989): “La Mujer Maltratada”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
amnistía internacional, oxfam international y
la red internacional de acción sobre armas pequeñas
“El efecto de las armas
en la vida de las mujeres“, Londres, 2005
Convención sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer (cedaw)
ONU. Observaciones finales sobre el quinto
informe periódico del Perú, aprobadas por el Comité en su 107º período de
sesiones (11 a
28 de marzo de 2013). CCPR/C/PER/CO/5, 29 de abril de 2013.
OEA. Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Informe sobre acceso a la
justicia para
mujeres víctimas de violencia sexual: educación y salud. OEA/Ser.L/V/II.
Doc. 63. 9 diciembre
2011. http://www.oas.org/es/cidh/mujeres/docs/pdf/VIOLENCIASEXUALEducySalud.pdf
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