martes, 25 de agosto de 2015

Situación en PERU. Derechos humanos de la mujer


LILIANA SMITH SANCHEZ RODRIGUEZ
ESPECIALIZACION EN PEDAGOGIA DE LOS DERECHOS HUMANOS

RESUMEN

La violencia ejercida contra la mujer es un problema que obedece a estructuras jerárquicas patriarcales que producen una cultura donde las mujeres son vistas como objetos desechables y maltratarles , prueba de ello es que las múltiples violaciones a los derechos de las mujeres se desarrollan tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado; respondiendo a diferentes contextos pero a imaginarios culturales similares que limitan y atentan contra la libertad femenina y el desarrollo de sus capacidades. Con ello se evidencia que las mujeres se enfrentan a discriminación del estado, de sus familias y de la comunidad en general. Considerarnos la violencia como una situación en la que una persona con más poder abusa de otra con menos poder: la violencia tiende a prevalecer en el marco de relaciones en las que existe la mayor diferencia de poder. Los dos ejes de desequilibrio de poder dentro de la familia están dados por el género y por la edad.

ABSTRACT

Violence against women is a problem that reflects patriarchal hierarchical structures that produce a culture where women are seen as disposable and vex objects , the proof is that multiple violations of the rights of women develop in times of peace as in times of armed conflict; responding to different contexts but similar cultural imaginary that limit and undermine women's freedom and development of their capabilities. This is evidence that women face discrimination in the state , their families and the community in general. Consider us violence as a situation in which a person with more power abuse another less powerful : violence tends to prevail in the framework of relations in which there is the greatest difference in power . The two axes of power imbalance within the family are given by gender and by age.

LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN PERU

La violencia contra las mujeres es la mayor atrocidad cometida contra los derechos humanos en nuestros tiempos. Desde que nacen hasta que mueren, tanto en tiempo de paz como en la guerra, las mujeres se enfrentan a la discriminación y la violencia del Estado, la comunidad y la familia. Cada año, millones de niñas y mujeres sufren violaciones y abusos sexuales a manos de familiares, hombres ajenos a la familia, agentes de seguridad o combatientes armados. Algunas formas de violencia, como los embarazos y los abortos forzados, la “quema de novias” y los abusos relacionados con la dote, son específicas de las mujeres. Otras, como la violencia en el ámbito familiar —conocida también como violencia doméstica—, tienen entre sus víctimas a un número desproporcionado de mujeres. Durante los conflictos armados, la violencia contra las mujeres suele usarse como arma de guerra para deshumanizarlas o para perseguir a la comunidad a la que pertenecen. La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos[1].

Por tanto, la violencia contra la mujer es un problema mundial, histórico y estructural. A lo largo de la historia se ha podido comprobar que la mujer desempeña un rol concluyente socialmente; es decir, que se ha ido construyendo una realidad donde lo femenino es menor a lo masculino. Además, la violencia contra la mujer se registra en el plano de los Característicos colectivos, por lo que se han desarrollado y sedimentado en los imaginarios sociales prácticas discriminatorias que violentan la integridad física y psicológica de las mujeres. Aunque las culturas –por su dinamismo– cambian, la violencia ejercida contra la mujer por razón de su género se mantiene como un constante y arduo problema mundial que afecta diariamente a millones de mujeres en el mundo.


VIOLENCIA CONTRA LA MUJER POR RAZONES DE GÉNERO

El género es una construcción cultural e histórica, que nos da cuenta de la simbolización cultural de la diferenciación anatómica que se va reproduciendo a través de las prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que condicionan la conducta objetiva y subjetiva de las personas en función a su sexo. Por lo tanto, se descarta que los hombres y mujeres sean producto de una realidad natural; por el contrario, somos producto de una interpretación histórica y cultural.

TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 

Violencia física: comprenden desde bofetadas, puñetazos, estrangulación y patadas hasta golpes con bastones, porras o látigos, uso del fuego o de ácidos para causar dolor y daños de larga duración e incluso el homicidio.

Violencia sexual: ésta puede focalizarse inicialmente en las violaciones. Las definiciones de esta conducta varían de una jurisdicción a otra. Sin embargo, durante el último decenio se ha
Producido un importante desarrollo en el derecho internacional en lo relativo a la definición y comprensión de la violación.

Violencia psicológica o emocional: consistente en las amenazas, los comentarios degradantes, el lenguaje sexista y el comportamiento humillante. Estos son componentes frecuentes de la conducta violenta hacia las mujeres que pueden tener consecuencias para suBienestar psíquico o emocional[2].
 
Finalmente, las mujeres frecuentemente están sometidas a privaciones económicas o de otro tipo. Millones de mujeres en todo el mundo dependen de los varones, que les dan apoyo económico y seguridad. Por lo tanto, los hombres pueden tener un impacto directo sobre el bienestar de la mujer, proporcionando o reteniendo los medios para la obtención de alimento, vestimenta y otras necesidades diarias. Pero el impacto puede ser aún más profundo. En algunas culturas, cuando el hombre se divorcia de su esposa, ésta puede quedar sin recursos y estigmatizada. Si él muere, pueden obligarla a casarse con el hermano de su esposo (“heredar la esposa”) o puede quedar expuesta a la explotación o el abuso de otros miembros de la familia o clan de su esposo. 

Situación de la violencia contra la mujer en el Perú

Como se ha referido, la violencia contra la mujer observa varios planos que concurren –la violencia física, sexual y psicológica. La violencia contra la mujer, así como su magnitud
nos revela que éste es un problema social que responde a la permanencia de una cultura con estructuras jerárquicas patriarcales, donde la mujer es vista como un objeto desechable y maltratable; prueba de ello es que las múltiples situaciones y acciones que vulneran los derechos humanos de las mujeres se pueden dar tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado. Se trata de contextos diferentes que responden a un imaginario cultural similar que limita y arremete contra el ejercicio pleno de las libertades y derechos de la mujer; enfrentándose así no solo a la violencia y discriminación de sus familias y su comunidad sino también del Estado.
El Informe Mundial sobre la Salud y Violencia de la OMS señala que la violencia es un problema de salud pública pues genera graves daños psíquicos, físicos, privaciones y deficiencias en el desarrollo de las personas. Por otra parte, el estudio multicéntrico de la OMS[3] sobre la violencia de pareja y la salud de las mujeres[4] revela que el 48% de las mujeres en Lima y el 61% en Cusco reporta haber sufrido violencia física por parte de sus parejas. Del mismo modo, el 23% de las mujeres en Lima y el 47% de Cusco afirman haber sufrido violencia sexual. En conclusión, más de la mitad de las mujeres en Lima (51%) y el 69% en Cusco señalan que han sido violentadas sexual o físicamente por sus parejas.
Estas cifras no reflejan necesariamente la realidad, pues generalmente la violencia es ocultada por la propia víctima. Al respecto, diferentes estudios muestran que seis de cada 10 mujeres son víctimas de violencia familiar, en tanto que una mujer de cada cinco es víctima de violencia sexual. Del total de las personas que han sido maltratadas o golpeadas, sólo una de cada tres busca ayuda en una persona cercana; y sólo una de cada cuatro acude a una comisaría

FEMINICIDIO.
Origen del término

El término “feminicidio” viene de “femicide”, cuya traducción es “femicidio”, que es el homólogo a homicidio de mujeres[5]. Se ha preferido en la voz castellana denominar a esta nueva categoría de estudio feminicidio, dentro de la cual se pueden abarcar las especificaciones de esta clase de crímenes contra las mujeres.
es el crimen contra las mujeres por razones de género. Es un acto que no responde a una coyuntura ni actores específicos, pues se desarrolla tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado y las mujeres víctimas no poseen un perfil único de rango de edad ni de condición socioeconómica. Sin embargo, existe mayor incidencia de la violencia en mujeres en edad reproductiva. Los autores de los crímenes tampoco responden a una especificidad
ya que estos actos pueden ser realizados por personas con quienes la víctima mantiene un vínculo afectivo, amical o social, como por ejemplo familiares, parejas, enamorados, novios, convivientes, cónyuges, exconvivientes, excónyuges o amigos. También es realizado por personas conocidas, como vecinos, compañeros de trabajo y de estudio; de igual forma
que por desconocidos para la víctima. Asimismo, puede ser perpetrado de manera individual o colectiva, e incluso por mafias organizadas.

Su incremento y características, así como la permanencia de altos índices de violencia contra la mujer llevaron a Amnistía Internacional– Sección Peruana y al CMP Flora Tristán, a plantearse la necesidad de abordar el problema conociéndolo en su real magnitud, mediante la elaboración de una base de datos que nos permita una primera aproximación empírica a la situación. 

El feminicidio es un término que intenta inscribirse en el discurso criminalístico para videnciar acciones humanas cuyos móviles responden a una racionalidad colectiva que discrimina y valora a la mujer como objeto de “uso” y “abuso”; y no como sujeto semejante y digno de ejercer sus derechos.
El rol de la mujer ha sido sedimentado por medio de distintas instituciones sociales en las cuales se establecen mecanismos de coerción y disciplinamiento que pretenden mantener un orden social y una jerarquía de poder. El romper con los estereotipos de comportamiento femenino implica también iniciar un proceso de resquebrajamiento de jerarquías sociales, así como enfrentar un cambio problemático en el imaginario colectivo de las personas.
Los roles de las mujeres y las leyes que amparan la protección de sus derechos han ido cambiando; no obstante, existe dificultad en aceptar decisiones propias y cambios a los roles asignados dentro del hogar, la maternidad voluntaria, la libre elección de parejas sexuales y sentimentales, así como dificultades en el establecimiento de estrategias de Comunicación democrática.

La “honra masculina” aún es afectada por el comportamiento femenino, lo cual muestra que la mujer continúa siendo asumida no como persona independiente, sino como una extensión de la voluntad masculina; y cuando se desencadenan comportamientos que puedan afectar dicha “honra” se puede excusar ello como una situación de trastorno en la integridad psicofísica de una persona en el momento del crimen. Lo comúnmente denominado “Crimen pasional dirigido hacia la mujer” señala una acción que pretende ser amparada y justificada bajo una situación de “ofensa, agravio u honor ultrajado omancillado” Esta situación tiende a mitificar el comportamientodel agresor y reculpabilizar a la mujer. Por lo tanto, esta argumentación es incongruente porque el autor del crimen es una persona socializada en una cultura determinada, donde la acción violenta y valoración que le precede se inscribe también en un plano de concepciones culturales e históricas las cuáles evidencian una vez más las terribles brechas y discriminación entre los géneros.

Promedio, sólo en el 12% de casos el agresor era una persona desconocida al entorno de la víctima. Esto significa que la mayor parte de los agresores eran conocidos de la agredida y, de hecho, mantenían relaciones sentimentales con ella. Así, para los años 2003 a 2005, el 70%, 68% y 56% de agresores, correlativamente, fueron los esposos, parejas sentimentales o convivientes de las víctimas[6].
En promedio, más del 64% de víctimas en el momento de la agresión mantenía una relación sentimental-afectiva o íntima con su agresor. Por otra parte, se advierte cierto incremento en este factor de contacto estrecho entre víctima y victimario.
Para los años 2003 y 2004, el 15% de agresores mantuvo en algún momento una relación íntima de convivencia con la víctima; mientras que en el 2005, este porcentaje se elevó a 17%.
Asimismo, en los tres años, el 6%, 7% y 10% de los agresores, correlativamente, mantenía una relación familiar con la víctima: fueron sus padres, hermanos, tíos, primos e hijos[7].

En la totalidad de casos, el promedio de mujeres que conocía a su agresor asciende al 88%. Estando contemplado en esto los esposos, parejas sentimentales, convivientes, inconvenientes y familiares. Por lo tanto, la gran mayoría de crímenes fueron realizados por personas cercanas al entorno social, familiar y afectivo de la víctima; probando ello que la violencia contra la mujer se inscribe dentro de un plano estructural que va construyendo prácticas discriminatorias que se reflejan y reproducen en la cotidianeidad de la vida de las mujeres. Finalmente, según datos de 2005, sólo el 20% de agresores se encuentra detenido.

Resulta imperativo alertar sobre la dramática situación de desprotección que viven muchas mujeres sometidas a la violencia doméstica. Es una obligación de cual quiere que sea el Estado cumplir con la debida diligencia la atención a este problema; es decir, promover, proteger y garantizar el ejercicio de los derechos y libertades de las mujeres[8].






[1] 1 Amnistía Internacional, “Esta en nuestras manos. No más violencia contra las mujeres”, Editorial Amnistía Internacional – EDAI, 2004, pp. 18 y 19.

[2] Amnistía Internacional, “Mujeres, violencia y salud”, Londres, 2005, pp. 4 y 5. En: http://web.amnesty.org/library/Index/ESLACT770012005
[3] Organización Mundial de la Salud, op.cit, 2002. Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, 2002. , En: http://www.paho.org/Spanish/AM/PUB/Contenido.pdf

[4] Güezmes, Ana, Palomino, Nancy y Ramos, Miguel, Violencia sexual y física contra las mujeres en el Perú. Estudio multicéntrico de la OMS sobre la
violencia de pareja y la salud de las mujeres, Lima: CMP Flora Tristán, Universidad Peruana Cayetano Heredia, OMS, 2002.

[5] Marcela Lagarde y de los Ríos, “Por la vida y la libertad de las mujeres. Fin al feminicidio. Día V-Juárez”


[6] Amnistía Internacional y otros, op. cit.
[7] La Violencia contra la mujer: Feminicidio en el Perú
[8] Amnistía Internacional, Oxfam Internacional, Red Internacional de Acción sobre Armas Pequeñas, “El efecto de las armas en la vida de las mujeres”,





El concepto feminicidio se ha construido para nombrar correctamente la especificidad de un crimen. Es parte de un contexto de discriminación contra la mujer porque –como afirma la CEDAW– ocurre cuando el agresor intenta menoscabar los derechos y las libertades de la mujer, atacándola en el momento en que pierde la sensación de dominio sobre ella.
El previo contexto de discriminación es una forma de violencia, tal como se establece en la Recomendación N° 19 del Comité de la CEDAW, ya que inhibe la capacidad de las mujeres para gozar de sus derechos y libertades en igualdad de condiciones que el hombre.
Asimismo, la Convención de Belem do Pará divide la violencia contra la mujer en tres planos: la violencia que se da dentro del ámbito familiar, la que tiene lugar en la comunidad y la que es realizada o tolerada por el Estado.

De igual manera, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostiene que: “Para identificar un trato discriminatorio, es necesario comprobar una diferencia en el trato entre personas que se encuentran en situaciones suficientemente análogas o comparables”.
En tal sentido, los patrones de comportamiento que se encuentran en el asesinato común responden a un clima de anomia social generalizado; pero no puede decirse lo mismo de los casos de feminicidios, cuyo móviles y características responden a un clima de diferenciación. En estos casos hubo una previa tensión en la negociación de decisiones, violencia sexual, un pasado previo de violencia domestica o de parte de la pareja; así como un ensañamiento con la víctima, una muerte en la cual se deja ver la necesidad de dominio masculino.

Siendo el Estado Peruano parte la Organización de Estados Americanos (OEA), y habiendo ratificado la Carta de la OEA; las deficiencias de atención del Estado en estos casos subvierten lo establecido en los siguientes puntos:

Carta de la OEA, artículo 3, inciso (J) donde “La justicia y la seguridad sociales son bases de una paz duradera”.
       
Carta de la OEA, artículo 3, inciso (l) donde “Los Estados americanos proclaman los                                     derechos fundamentales de la persona humana sin hacer distinción de raza, nacionalidad,     credo o sexo”.
      
 Carta de la OEA el artículo 45, inciso (a) donde “Todos los seres humanos; sin      distinción de raza, sexo, nacionalidad, credo o condición social, tienen derecho al bienestar material y a su desarrollo espiritual, en condiciones de libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica”.

En este sentido, el feminicidio puede desarrollarse en los tres ámbitos; tanto dentro del ámbito familiar, como en el de la comunidad como en el perpetrado por el Estado o tolerado mediante la poca atención a políticas que erradiquen la discriminación contra la mujer y los obstáculos que permanecen en las legislaciones nacionales (atenuante de homicidio: crimen por emoción violenta) que dificultan la debida diligencia del Estado y mantiene estereotipos que tienden a devaluar los comportamientos femeninos. Las afirmaciones vertidas por los agresores muestran claramente que existe una pretensión de autoridad y dominio sobre las decisiones de las mujeres y sobre sus vidas; dicha autoridad, al verse contravenida, genera una reacción violenta en su intención de autoafirmarse. Por lo tanto, estamos ante un caso de violación permanente a los derechos humanos de un grupo poblacional y social: las mujeres. Los alcances de los feminicidios se inscriben a nivel colectivo y generan un ambiente de inseguridad social, lo cual es reforzado por la desprotección estatal, limitando el desarrollo de las capacidades y ejercicio de las libertades y derechos de la mujer.


BIBLIOGRAFIA





Corsi, J.(1992): “Abuso y victimización de la mujer en el contexto conyugal”. En: Fernandez, A. (comp.): Las mujeres en la imaginación colectiva. Editorial Paidós, Buenos Aires.



Ferreira, G. (1989): “La Mujer Maltratada”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.



amnistía internacional, oxfam international y la red internacional de acción sobre armas pequeñas

“El efecto de las armas en la vida de las mujeres“, Londres, 2005



Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (cedaw)

ONU. Observaciones finales sobre el quinto informe periódico del Perú, aprobadas por el Comité en su 107º período de sesiones (11 a 28 de marzo de 2013). CCPR/C/PER/CO/5, 29 de abril de 2013.



OEA. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe sobre acceso a la justicia para

mujeres víctimas de violencia sexual: educación y salud. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 63. 9 diciembre

2011. http://www.oas.org/es/cidh/mujeres/docs/pdf/VIOLENCIASEXUALEducySalud.pdf

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