- "Y vivieron felices
por siempre." - Cerró el libro de cuentos que le leía sin falta cada noche, en un
intento de ofrecer alguna dosis de amabilidad a sus días. Sólo era una
fantasía, pero se negaba a permitir que él les arrebatara también eso. Observó
el rostro de su hija que se había quedado dormida. Guardó el libro en la
pequeña maleta, que contenía unas pocas cosas de la niña, la carta dirigida a
su hermana y los escasos pesos que logró esconder en el relleno del viejo oso
de peluche. Escuchó la puerta de la casa abrirse, se puso de pie y tomó el
cuchillo que tenía guardado en el primer cajón de la mesa de noche. Miró una
vez más el rostro de su pequeña y salió de la habitación dispuesta a matar al
dragón, aunque fuera lo último que hiciera.
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