Christina H. Sommers
Filósofa crítica con el feminismo contemporáneo
"La tercera ola del
feminismo se construye con mentiras"
Christina H. Sommers
Esta académica y filósofa se ha empeñado en los últimos
años en explicar por qué el feminismo se ha convertido en una palabra que
disgusta a muchas mujeres, cuando en principio todas deberían estar a favor de
un movimiento que nació para conseguir la igualdad de derechos y oportunidades
para ellas. Después de formarse en algunos de los centros académicos más
progresistas del país, ahora critica el pensamiento único que
existe en los departamentos de estudios de género en los campus universitarios
por lo que se ha convertido en persona non grata en muchos de ellos.
A principio de siglo, empezó a preocuparse por
el fracaso académico de los niños varones, sobre todo en las barriadas más
pobres de EEUU. De un artículo en el Atlantic, acabó saliendo un libro, La
Guerra contra los niños, que ya le posicionó enfrente de muchas
feministas y al lado de Camille Paglia, crítica cultural que, con Sommers,
mantiene que es una ficción negar las diferencias biológicas entre géneros.
En Quién
robó el feminismo, la autora cree que el discurso de las académicas del
género está muy desconectado del día a día de miles de mujeres de
EEUU. Si hay algo que le saca de quicio es la expansión del victimismo y
la asociación permanente entre cierto feminismo y la izquierda radical.
Ella se
considera una librepensadora que no cabe en la corrección política que se hizo
con el poder en la universidad de EEUU. Ahora investiga en el American
Enterprise Institute, uno de los think tanks liberales más señeros de
Washington, donde mantiene un videoblog, La
Feminista Factual, en el que aporta datos para aprobar o rebatir algunas
afirmaciones sobre la situación de las mujeres.
El otro
día, en las redes, tuvieron que sacar una etiqueta, #porquésoyfeminista, algo
impensable hace 30 años. ¿Por qué muchas mujeres ahora se niegan a
identificarse con esa palabra? Porque el término se asocia ahora con el enfado,
la falta de humor y el ánimo de venganza contra los hombres. ¿Está justificado?
Pues no creo. Hay muchos estilos de feminismo y no todos implican esa actitud
de revancha hacia los hombres, esa acritud. Desgraciadamente, ese estilo de feminismo feroz es muy
poderoso en los medios y en las universidades. Tiene mucha atención pública
pero, en realidad, no es bueno si lo que pretenden es ganar adeptas a la causa.
¿Cómo y
cuándo empieza ese sentimiento antihombres?
Siempre ha
habido cierta fobia a los hombres en algunas mujeres del movimiento, eso es
innegable. Pero eran marginales. Pero hoy, al menos en las universidades, están
siendo las protagonistas del debate. La masculinidad se trata de manera
rutinaria como una patología que necesita una cura. Casi todos los libros de
los estudios de género culpan de la mayoría de los males de la sociedad a los
hombres y al patriarcado.
El hecho
de que casi todas las mujeres tengan un padre más o menos presente y muchas
tengan hermanos e hijos, ¿juega un papel en ese distanciamiento hacia un
feminismo que se autoafirma en una guerra de sexos?
Es parte
de la explicación. Muchas hoy están agradecidas por lo que el feminismo ha
conseguido: el voto femenino, la oportunidad de tener una carrera de éxito y
una familia... pero esas mujeres difícilmente se pueden identificar con un
movimiento que trata a sus hermanos, hijos o parejas como el enemigo. Y hacen
bien: la vida no es una lucha maniquea entre Venus y Marte.
¿Cuándo
pasó el feminismo de luchar por la igualdad de derechos y libertades a pensar
que las mujeres casi nacen todas como víctimas potenciales de los hombres?...
El feminismo de hoy es de lamento. Se
empezó a forjar en los 90. La causa noble
de la emancipación de la mujer se transformó en victimismo. ¿Cómo pasó? Le
echo mucho la culpa a una mezcla desafortunada de teorías de la conspiración
sobre un patriarcado fantasma y la propaganda.
Desde hace
años, he mirado con cuidado estadísticas sobre mujeres y violencia, depresión,
desórdenes alimenticios, igualdad salarial y educación. Lo que he encontrado es
información engañosa. La tercera ola del feminismo se construye
con mentiras e hipérboles.
Por
ejemplo, la desigualdad salarial. Sí, las mujeres ganan menos que los hombres
pero es porque estudian distintas carreras, trabajan en distintos campos y
menos horas. Cuando controlas todos estos factores, la diferencia casi
desaparece. Pero eso no se dice en los libros de los estudios de género.
¿Aún hay
asuntos por los que merece la pena seguir luchando?
El trabajo
serio del feminismo en el siglo XXI tiene que ser global, por todo el mundo. En vez de retirarnos a lugares seguros y centrarnos
en nuestra opresión imaginada, las feministas americanas y europeas
deberían estar en contacto con grupos de mujeres del mundo en desarrollo.
Afortunadamente, feministas como Ayaan Hirsi Ali reconocen ese reto moral. Ella
ha animado a las mujeres privilegiadas occidentales a apoyar a mujeres que
están luchando contra las muertes por honor, las ablaciones genitales, los
matrimonios forzados, los ataques con ácido y los castigos con látigo.
Por
supuesto que las feministas de las universidades se sienten mal por lo que les
pasa a las mujeres en Yemen pero también piensan que comparten un destino
común. Y pueden citar una letanía de estadísticas de víctimas de sus clases de
estudios de género para sostener su punto de vista. Alguien les tiene que decir
que esas estadísticas son engañosas y que, aunque la amenaza de daño es
constante, ellas están entre las más liberadas y privilegiadas, por seguras,
del planeta.
Hay
feministas en campus de EEUU que protestan cuando Hirsi Ali quiere hablar allí.
Consideran que tiene puntos de vista ofensivos con el Islam, y apenas se
conocen iniciativas globales para apoyar a mujeres en Irán o Arabia Saudí...
En EEUU,
muchas mujeres de talento y privilegiadas creen ellas mismas que están siendo
víctimas de una opresión sistemática. Y no lo son. Ven injusticias por todas partes.
Si un conferenciante va a sus universidades y no está de acuerdo con sus
queridas creencias, lo ven como violencia psíquica. En la universidad de Brown,
unas estudiantes se retiraron a un cuarto seguro con cuentos de colorear y
videos de cachorritos. ¿Por qué? Porque venía un conferenciante controvertido.
Pensaron que les podía causar un trauma. Cuando hablé en Oberlin, una
universidad de élite en Ohio, 30 estudiantes y un perro de terapia huyeron a un
espacio seguro. Me sentí mal por haber causado eso en un pobre perro. Cada vez
más, los estudiantes activistas en EEUU se centran
en su ombligo y en esa situación de opresión muy a menudo imaginada.
Mientras, las mujeres de muchos sitios del planeta de verdad que están luchando
por su libertad con sus vidas.
Como
alguien que se denomina una feminista
«objetiva», ¿en qué cree hay más diferencia entre los hechos y la opinión
pública?
Los chicos
occidentales de entornos desfavorecidos se están quedando atrás académicamente.
Y no hay consciencia de esta situación. Los avances recientes de las niñas y de
las mujeres en educación tienen que causar una profunda satisfacción, este año
ha habido récord de mujeres universitarias en EEUU. Pero no nos puede hacer
dejar de ver a los cada vez más numerosos chicos con fracaso escolar, chicos
que se van a perder en nuestra economía basada en el conocimiento.
¿Qué es el
feminismo
de género, explicado a lectores no iniciados?
Es una
escuela de feminismo de línea dura que ve a las mujeres, incluso en Occidente,
como cautivas de un sistema de injusticia y de opresión. Según esta teoría,
cada logro humano en realidad lleva el sello del patriarcado: literatura,
filosofía, ciencia, música o lenguaje. No es suficiente con cambiar leyes o
tradiciones. El sistema entero tiene que ser desmantelado. El feminismo de
género salió de la política radical de los 60 y estuvo marcado por la filosofía
marxista y la de Marcuse, Frantz Fanon y Michel Foucault. Yo, sin embargo, me
considero una propagadora del «feminismo de igualdad» que lucha
por la igualdad moral, social, legal de hombres y mujeres, por la libertad de
mujeres y hombres para emplear su estatus de igualdad en intentar ser felices
como ellos quieran. Su origen es la Ilustración. Dicho claro, el feminismo de la libertad quiere para las
mujeres lo que para todos: dignidad, oportunidad y libertad personal.
No está en
guerra con feminidad y masculinidad y no ve a los hombres y a las mujeres como
tribus opuestas. No está en sus tablas sagradas las teorías de la opresión
universal del patriarcado y los males inherentes al capitalismo.
¿Y el
feminismo interseccional?
Nació en
los 70, con mujeres negras que acusaban a las feministas blancas de no tenerlas
en cuenta. Quieren que se tome en consideración la clase, la raza, el sexo o si
hay discapacidad. Por ejemplo, una mujer blanca está discriminada por mujer
pero privilegiada por su raza. Un hombre negro tendría ventaja como hombre y
desventaja por su raza. Patricia Hill Collins, que fue la presidenta de la
Academia de Sociología, es la artífice de este pensamiento y autora de un libro
que retrata EEUU como tierra de opresión, un sistema rígido de privilegio y
dominación. Collins y sus colegas advierten que, aunque la mayoría no lo vea
así, es porque está escondido a la sociedad. El conocimiento dicen que se ha
construido con las experiencias de los poderosos. Dicen que la idea de la
objetividad basada en el conocimiento es una manera de pensar muy masculina y
occidental...
Tengo
problemas con cómo se enseña en las universidades porque es una teoría de la
conspiración, si la cuestionas eres una opresora y nunca publican textos de
escépticos... Y ser víctima es el modo de tener autoridad moral. Es difícil
mantener una discusión racional. He visto congresos acabar con rituales y
cantos. O el bullying a hombres blancos, los opresores, en los campus. Estas
víctimas tienen permiso para tratarles mal.
Alguna vez
usted ha dicho que las quejas de algunas feministas parecen hasta una parodia,
como aquella que decía que había que cambiar el nombre al Big Bang...
Es que
cada vez es más difícil apreciar la diferencia entre la realidad y la parodia.
Algunos filósofos, incluido uno del MIT, han descrito las palabras «rigor» y
«seminal» como opresoras masculinas. Pero si es que hay artículos académicos
sobre la glaciología femenina.... La autora mira los desequilibrios de poder en
las relaciones hombre-hielo. Si hasta hay toda una temática sobre la
contabilidad femenina. No tengo ni idea de lo que es eso, en realidad no creo
que lo sepa nadie pero hay universidades pagando a profesores para que lo
enseñen.
Pueden
parecer ejemplos extremos. Lo son. Pero
es que lo extremo hoy en algunos sitios académicos es la norma.
¿Cómo
compatibiliza el movimiento que se hable de «las mujeres» todo el rato y no lo
hagamos de «los hombres»? ¿Cree que esa negación de la individualidad de las
mujeres las está alejando de ellas precisamente?
Y es que
hay situaciones muy distintas. Ahora mismo, en EEUU y en Europa es difícil
saber quién está mejor. La vida moderna es una mezcla complicada de cargas y
bendiciones, para cada sexo. Las mujeres es verdad que ganan menos y luchan con
techos de cristal, pero los trabajos más penosos, más peligrosamente mortales,
siguen siendo de los hombres. Podemos aliviar algunas de estas cargas con
políticas sensatas, pero ahora mismo el
lobby feminista parte de una lógica perversa: si algunos hombres están mejor
que las mujeres, eso es una injusticia. Si a las mujeres le va mejor, eso es la
vida.
Y, al
final, como conseguimos un femenismo «más calmado y fácil de usar», como usted
ha defendido que a veces que hace falta.
Mi consejo
hoy para las mujeres jóvenes es que reformen el feminismo. Que corrijan
sus errores. Que apoyen un feminismo cuyo objetivo sea dar a todas las mujeres
-incluso a las muy moderadas y conservadoras- una voz distinta, más que una que
pida para todas las mujeres lo mismo. Sobre todo, que hagan causa común con las
mujeres que, alrededor del mundo, están luchando por libertades básicas. Apoyar
a las mujeres que de verdad están oprimidas le daría al feminismo occidental
algo de lo que ha carecido durante muchos años: un propósito contemporáneo
digno de su pasado ilustre, prestigio.
Como me gustaría que una mujer, todas en segundo renglón, llegara a la Casa
Nariño, pero hay muchas mujeres y hombres votando por la sociedad patriarcal, excluyente y machista ... peleando contra quienes hemos hecho de la lucha por la igualdad de genero, un propósito de vida.
COMENTARIO FINAL
COMENTARIO FINAL
Mis más sinceros
AGRADECIMIENTOS a ese mundo de mensajes de solidaridad frente a comentarios que
lejos de toda verdad, enlodan mi buen nombre, mi compromiso histórico con las
luchas de género y la defensa estricta de los derechos de las mujeres.
La UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
ha creado un protocolo para el tratamiento del acoso sexual y laboral y ha
diseñado una ruta de acompañamiento a las víctimas.
No hay ningún juez superior a mi
CONCIENCIA de estar haciendo bien lo que me corresponde.
Hay otros que prefieren el ESCANDALO
a la JUSTICIA y dicen están en defensa de las víctimas cuando en la práctica
están victimizando.
Gracias a todas las voces de
solidaridad, para todas ellas mi afecto. Estén tranquilos y tranquilas que
cuando se ha crecido como árbol uno no se espanta frente a quienes medran como
enredaderas.
Quiero compartir este
articulo Christina H. Sommers que me enviaron las feministas
de verdad, las que están con las mujeres de las barridas y las comunas, con
las obreras, las campesinas, las negras y las indígenas construyendo la
igualdad de género, desde un feminismo de libertad y lo
hago porque en gran medida explica lo que está pasando en nuestras
universidades.
Doy por terminado este asunto
este país necesita más de nosotros y nosotras del lado de la libertad,
la igualdad, la justicia social y la democracia.
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